Ortega , sin dar, bajo esta misma denominación, mas
3ue la historia de la Ortega, sacada casi literalmente e Gessner : de cuyo error debió precaverse á mi entender con otro que, siguiendo á Charleton , le habia hecho confundir al Urogallo pequeño con la Ortega, la cual no es otra cosa que esta misma Gallina de los avellanos. En cuanto al Francolín veremos en su artículo á qué otra especie podria referirse con mucha mas naturalidad.
Todo cuanto dice Varron de la Gallina rústica conviene perfectamente á la Ortega, y Belon no duda que sean de una misma especie. Era según Varron , una ave sumamente escasa en Roma; que no podía criarse sino en jaulas, siendo muy difícil el domesticarla, y casi nunca ponia en el estado de cautividad; esto es lo que Belon y Schwenckfeld dicen de la Ortega : el primero dá en dos palabras una idea muy exacta de esta ave, y mas completa de lo que podria hacerse en la descripción mas detallada. El que se figura, dice, alguna especie de Perdiz mestiza entre la encarnada y la gris, con un no sé qué de las plumas del Faisán, concebirá la idea de la Ortega de los bosques.
El macho se diferencia de la hembra en una mancha negra muy marcada que tiene debajo de la garganta , y por sus llamas ó cejas que son de un encarnado mucho mas vivo. El tamaño de estas aves es el de una Bartabella, tiene sobre veinte y cuatro pulgadas de vuelo: las alas muy cortas, y por consiguiente, vuelan con mucha pesadez, de modo que solo con mucho esfuerzo y ruido se logra el hacerlas lovantar; mas en desquite corren muy veloces. En cada ala cuentan veinte y cuatro pennas , casi todas iguales, y diez y seis en la cola. Schwenckfeld dice quince , lo que es un error tanto mas craso, cuanto que tal vez no existe una ave que tenga el número de pennas de la cola impar. En la de la Ortega, hacia la extremidad, se ve una ancha faja negruzca transversal, interrumpida tan soló por las dos pennas del medio. Si insisto sobre esta circunstancia es porque según las observaciones de Willughby, en la mayor parte de las aves, estas dos mismas pennas del medio no conservan la distancia de las laterales , saliendo algo mas arriba ó abajo; de modo que aqui la diferencia de color de sus pennas procedería al parecer de su posición, fas Ortegas , así como los Urogallos, tienen las cejas encarnadas , los dos dedos circuidos di pequeñas puntas, aunque mas cortas que las de aquellos : la uña del dedo de en medio es cortante , y los pies guarnecidos de plumas por delante , mas solo hasta en medio del tarso , el ventrículo ó molleja musculosa , el tubo intestinal largo de treinta y cinco pulgadas , las apéndices ó ciego de quince á diez y seis y están acanalados. Su carne es blanca cuando está cocida, mayormente en lo interior, y aquellos que la han examinado de mas cerca pretenden haber reconocido en ella cuatro colores diferentes en la de las Abutardas y de los Urogallos. De todos modos la de las Ortegas es exquisita, de donde le viene, según dicen, el nombre latino Bouassa y el húngaro Tschsarmandar, que significa Ave de César, como si un buen bocado debiera reservarse exclusivamente para el emperador. Es en efecto un manjar exquisito, y Gessner observa que es el único que permitían presentar por segunda vez en la mesa de los príncipes.
Se comen muchas en Bohemia durante las pascuas, así como el cordero entre nosotros, y se regalan recíprocamente.
Su alimento, ya en verano ya en invierno, es con corta diferencia él mismo que el de los Urogallos. En verano se encuentran en su ventrículo bayas de serval, de arándano y de brezo, moras de zarza, semillas de sabuco de los Alpes, sillíguas de sallarella candedas de abedul y de avellano, etc.; y en invierno nebrinas, capullos déabedul, tallos de brezo, de pino, de enebro y dealaunas otras plantas que se mantienen siem-
pre verdes. Oíanse también las que están cautivas en las pajareras, con trigo, cebada y otros granos. También se parecen á los Urogallos en que no sobreviven por mucho tiempo á la pérdida de su libertad, ya sea que se las encierre en parajes demasiado estrechos y poco convenientes, ya que su natural silvestre ó mas bien generoso, no pueda acostumbrarse á ninguna especie de prisión.
Su caza se efectúa dos veces al año, en la primavera y en el otoño , aunque suele tener mejor éxito en esta última estación. Los pajareros y aun los cazadores los atraen con reclamos que imitan su grito, sin I que dejen de llevar caballos; por ser opinión muy común que las Ortegas tienen mucho afecto á esta clase de animales. Otras observaciones que han hecho los cazadores son : que si se coge primero al macho , la hembra que lo busca constantemente vuelve muchas veces, trayendo otros machos en su compañía; al I paso que si la hembra cae primero en el lazo, el macho se une luego á otra hembra y no vuelve á presentarse. Lo que parece mas probable es que, si se sor-| prende á una de estas aves, macho ó hembra, y sela bace levantar, esta operación se verifica con gran ruido , llevándolo su instinto á echarse á un pino muy | poblado donde permanece inmóvil, con una paciencia singular durante todo el tiempo que el cazador lo está acechando. Estas aves no suelen posarse sino en el centro del árbol, es decir , en el paraje donde las ramas se desprenden del tronco.
Como se ha hablado mucho de la Ortega, se han contado también muchas fábulas sobre ella, siendo las mas absurdas las que se refieren al modo de procrear. Encelio y algunos otros han querido suponer que estas aves se unian por el pico, que los machos cuando viejos ponían huevos que, empollados por Sapos, producían basiliscos silvestres, así como los huevos de nuestros gallos de corral, empollados también por Sapos, producían , según los mismos autores , basiliscos domésticos : y temiendo que se dudase de estos basiliscos, Encelio describe uno que había visto , pero afortunadamente no dice haberlo visto nacer de un huevo de Ortega , ni observado que un macho de esta especie pusiese semejante huevo : además de que ya sabemos á qué atenernos sobre los supuestos huevos de gallo. Mas como los cuentos mas ridículos se hallan á veces fundados en una verdad mal vista ó mal aplicada, podria suceder muy bien que algunos ignorantes, amigos siempre délo maravilloso, habiendo visto que las Ortegas en tiempo de su amor hacen de su pico el misino uso que otras aves en casos semejantes , y preludian la verdadera cópula con besos de tortolillas , creyesen de buena fe que se juntaban por el pico. En la Historia Natural hay muchos casos de esta especie que parecen ridiculamente absurdos, y no obstante envuelven una verdad disfrazada: bastando para descubrirla el saber distinguir lo que el Hombre ha visto de lo que ha creído.
Según el parecer de los cazadores, las Ortegas entran en amor y se unen en los meses de octubre y noviembre ; así es que en este tiempo no se matan sino machos , que atraen con una especie de silbido que imita al grito muy agudo de las hembras; llegan al reclamo agitando las alas de un modo muy ruidoso, y se les tira apenas se han parado.
Las Ortegas hembras, como aves pesadas, fabrican su nido en tierra ó lo esconden comunmente debajo de los avellanos ó de helécho grandede monte. Suelen poner de doce á quince huevos, y aun hasta veinte, algo mayores que los de Paloma; empollándolos por espacio de tres semanas, sin que se logren mas de siete, ú o(dio polluelos, los cuales corren apenas han salido del cascaron, según hacen la mayor parte de las aves Brachypteras ó de ala corta.
No bien están criados estos polluelos y se hallan en estado de volar, sus padres se alejan del territorioque
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